Estamos muy contentos porque Blanca Ortiz Muñío ha conseguido una plaza PIR. Además ha querido compartir su experiencia. Muchas gracias por este testimonio tan humano y emotivo contado en primera persona, con la sencillez y cercanía que tanto te caracteriza. Has sido valiente, luchadora y constante, todo un orgullo para nuestra profesión.
Para ARKE…
“¿Te has planteado alguna vez estudiar el PIR? Tú vales para esto”
Así empieza mi andadura por el PIR, con esta inofensiva pregunta que me hizo una profesora en los últimos exámenes de la carrera. Y creo que ella todavía no lo sabe, pero he de agradecerle la semilla de curiosidad que puso en mí hacia esas 3 letras que tan dentro han estado en mi cabeza estos 4 años atrás.
En septiembre de 2014, tras acabar la carrera, empecé a informarme y para octubre comencé a mirarme manuales por mi cuenta. Tras el primer intento de examen, tuve claro que necesitaba unas directrices y una guía a seguir si quería embarcarme en serio en esta aventura. Por eso, decidí apuntarme a Arke, con un primer curso intensivo como primera toma de contacto. Ese año mejoré mucho mi resultado y pegué un buen salto de posiciones, cosa que me animó un montón a seguir intentándolo.
Una vez más, con más ganas, volví a la academia a coger todas las herramientas que tenían para mí y que tan necesarias he visto: un curso anual para asentar el máximo de conocimientos de una manera pausada, profesores residentes que te muestran el camino a seguir, tutorías para ganar seguridad y estudio por manuales para profundizar en el temario y aumentar la sensación de control. Este año me volví a quedar cerca de la plaza pero fuera, tuve que asumir la consiguiente frustración, y, después de un tiempo de reflexión, decidí que quería continuar. Muchos me repetían que tuviera fe, y el ánimo por parte de profesores, compañeros, familia y amigos, hizo que continuara la aventura.
Así que me puse a ello, e intenté exprimir los recursos que tenía al alcance. Asistí a la segunda vuelta del anual en Arke, que me sirvió para afianzar todo lo que llevaba estudiado. Ahí ya notaba muchas más relaciones en mi cabeza y más automatización de conocimientos. Un extra importante fue hacer más simulacros del examen PIR y sobretodo invertir tiempo en sus correcciones para que “en esta pregunta ya no me pillen”. También amplié temario con más manuales, pero sin dejar de lado todo lo que sabía, ya que siempre he pensado que era mejor controlar bien lo mucho que ya tenía, antes que perderme en intentar abarcar incontables libros. Algo que he practicado en este último examen, y que me parece un detalle a remarcar, es aprender a “meterme en la cabeza del tribunal”, saber qué me quieren preguntar y cómo falsear respuestas, por ejemplo pensando en qué fundamentaría una impugnación a una pregunta dudosa. Además, en este último año de estudio, también he aprendido a darle la importancia adecuada al PIR, porque la tiene, y mucha, pero sin que me impida disfrutar del resto de ámbitos de la vida. No quería que fuera un periodo de fracasos a borrar de mi historia sino una época de autoconocimiento y progreso.
Con todo esto, para mí, lo más, lo más importante en este tiempo de preparación ha sido el ánimo que me han transmitido tantas personas que he tenido a mí alrededor. Todo este trabajo “técnico” habría sido un fracaso sin ellos, sin mi “staff emocional”. Hoy, solo puedo dar las gracias por haber sido tan afortunada. Porque prepararme el PIR también ha significado conocer a personas que luchan por lo mismo que yo, con las que puedo compartir tés llenos de ánimo y en las que me puedo apoyar para seguir nadando hacia la meta. El PIR es aprender a dejar que te cuiden (y en mi caso he aprendido mucho): dejar que mi madre me llene la mochila de almuerzo para una intensa mañana de estudio o esperar el beso de ánimo de mi padre cuando ya no puedo más. Dejar que mis hermanos me hagan desconectar y hagan apuestas a ver “cuál será este año tu posición” y que mis amigos “me saquen a pasear” tras horas de “opozulo” para hacerme reír a carcajadas. Que los profesores de mi academia me motiven para dar más y más de mí y acoger las palabras de ánimo y admiración de tantos conocidos que me recuerdan lo valiente que estoy siendo. Y para poner la guinda al pastel, que mi novio me pida matrimonio porque me quiere aunque “esté PIRada” y nos casemos a tres meses del examen porque confiamos en que todo saldrá bien (algo que, he de decir, me ayudó sobremanera a descansar y coger con más ganas el estudio tras la luna de miel).
Y ahora quiero animar a los que me estáis leyendo, que tal vez os estéis planteando prepararos el PIR o que ya lo estéis haciendo. Hay muchos momentos en los que se ve muy lejos la meta, esa plaza de residente que tanto deseamos, ese poner en práctica todo lo que hemos aprendido. Para esos momentos quiero deciros que tenemos una vocación preciosa, digna de tanto estudio, esfuerzo y perseverancia. Ánimo, “si tienes fe… lo lograrás”.
Blanca Ortiz Muñío