La pertenencia es una necesidad social básica que consiste en establecer y mantener al menos un mínimo de relaciones interpersonales que sean duraderas, positivas y significativas.
Cuando no alcanzamos el nivel de pertenencia deseado, nos percibirnos excluidos. Ello provoca profundas heridas en el Yo, que pueden afectar a cuestiones tan básicas como la capacidad cognitiva, la capacidad de concentración y a nuestra capacidad autorreguladora.
La autorregulación nos ayuda de manera efectiva a modificar nuestro comportamiento para adaptarlo a los estándares definidos externamente. Es la responsable de que las personas nos esforcemos por comportarnos y posicionarnos en el mundo de una determinada manera y haciendo posible que renunciemos a las gratificaciones más inmediatas a favor de las metas más a largo plazo. A través de ella conseguimos encauzar nuestra conciencia, pensamientos, motivaciones, deseos, emociones y sentimientos en una dirección de conducta que nos lleva a posicionarnos en la vida de forma ordenada, prosocial y equilibrada.
Diversas investigaciones han estudiado los efectos que provoca la exclusión social en el individuo, estableciendo relación entre la amenaza de pertenencia y la capacidad autorreguladora.
Efectos
- Agresividad: más comportamientos agresivos y menos prosociales.
- Déficit cognitivo.
- Dificultades para concentrar la atención.
- Menor tolerancia a la frustración.
- Pasividad y letargo.
- Percepción distorsionada del paso del tiempo.
- Énfasis en el presente.
- Tendencia a evitar la reflexión sobre uno mismo, sobre sus circunstancias.
- Tendencia a conductas autodestructivas, comportamientos contraproducentes.
Tradicionalmente se ha creído que:
- La baja inteligencia o capacidad cognitiva, podrían ser antecedentes de exclusión y la violencia.
- Las personas menos inteligentes tienen menos capacidad para adaptarse a la compleja exigencia y realidad social, y a la inversa.
Sin embargo la investigación más actual propone que “el proceso clave que une la exclusión social con sus consecuencias, hay que buscarlo en el efecto negativo que la exclusión social tiene en los procesos básicos del yo”.
La Psicología Social aporta comprensión a los procesos que subyacen a las complejos dinámicas sociales que conforman nuestra realidad social.
Ello permite realizar programas de intervención para entender, prevenir y dar respuesta a múltiples problemas sociales, como el acoso escolar, el fracaso académico, la violencia, los conflictos grupales, entre muchísimos otros, que dificultan la convivencia y deterioran el bienestar social y psicológico de las personas.
El objetivo final de la Psicología Social Aplicada es mejorar la CALIDAD de VIDA de las personas.